martes, 1 de febrero de 2011

Qué es Animal del Tiempo


1.
Soy del tiempo, a pesar de todo.
Mi historia ocurre (en parte) en función del tiempo. Esa parte es la biológica, mi animalidad, es el cuerpo sucediendo, percibiendo, respirando, alimentándose, descansando, declinando, muriendo.
Pero que quedaría de mí si me sacaran el tiempo. Quedaría lo no animal, supongo. El monstruo, lo que existe en mí ex nihilo, lo que quiere persistir en mí a pesar de todo.
Quedaría el alma, supongo.
Que es lo que le queda a uno cuando le quitan el cuerpo.

2.
Quisiera ser uno u otro.
Ser las dos cosas es una incómoda aberración, una dualidad que me debilita. Mi cuerpo no puede ser cuerpo en toda su capacidad, mi alma no puede ser espíritu en toda su plenitud.
Por eso avanzo a oscuras, tropezando. Ni siquiera a oscuras, sino entre grises y pardos, claroscuros, dudas. Mi cuerpo duda de lo incorpóreo mío, mi espíritu duda de mi corporeidad.
Por eso avanzo inventándome, como todos, el camino, el caminar, la razón o la necesidad para el camino, la razón o la necesidad para el caminar. Inventándome, de a ratos, la presunta determinación o la presunta libertad, lo que eventualmente me convenza, me sostenga mejor.
A veces (ya casi todo el tiempo) desearía dejar de ser lo que soy. Ser, sustancialmente, algo más o algo menos. Pero es muy difícil no ser quién uno es, dejar de ser lo que uno es en esta realidad, abandonarse.
Es prácticamente imposible por esta breve, incuestionable razón: Si uno no es lo que es, ¿qué otra maldita cosa va a ser?

3.
Soy, entonces, esto: un animal en el tiempo. Un animal del tiempo.
Tal vez, pienso, nunca llegue a ser verdaderamente un hombre. Tal vez siempre seré esto que ahora soy.
Apenas algo en los alrededores o en los límites de un hombre.

Fragmentos de la novela de Diego Reis "Animal del tiempo".
Foto: Paula Salvucci

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